viernes, 11 de septiembre de 2009

Manifestaciones de Protección al Ambiente en los escritores nacionales (Continuación y desarrollo de la Idea Fuerza)


Foto tomada de: http://www.jujuyenlinea.com/engine/0/11///false/es/

Por: Oscar M. Taborda

Hace unos días se publicó aquí una nota en la que se transcribió un poema de Juan Carlos Dávalos en el que se mezclaban las referencias culturales folklóricas y las ambientales. Por supuesto que el autor de esa obra no se propuso hablar de la protección ambiental de las vicuñas, se trataba de una leyenda en la que se daba a conocer que el sentir y el pensar del criollo estaban en línea permanente con su entorno natural.
En esa obra se castiga al que, por quitar la lana del animal, lo mata con armas de fuego en un acto que el criollo ve como irracional, innecesario y cruel. El imaginario colectivo le asigna a esta conducta la potencialidad de molestar a Coquena, quién habrá de castigarlo:
"No caces vicuñas con arma de fuego,
Coquena se enoja - me dijo un pastor"
En la actualidad vemos permanentemente que alguno de nuestros compatriotas realiza acciones que agreden nuestro entorno de manera innecesaria, acciones que se convierten en el cruel reflejo de la desaprensión con la que muchos de nuestros contemporáneos se relacionan con la naturaleza.
Es el hombre como dueño de la naturaleza, ejerciendo un poder omnímodo, sin límites. Un poder que lo constituye como el depositario de la potestad divina, lo que le permite destruir lo creado sin que eso le ocasione, en general, ningún cuestionamiento moral.
Por el contrario, vemos en muchas asociaciones, grupos de vecinos, funcionarios de diversas administraciones y demas ciudadanos preocupados por estos temas, la creciente voluntad de considerar al hombre como parte de la naturaleza. Una parte por demás importante ya que es la única que puede realizar transformaciones negativas o positivas que afecten a todos los demás.
Tal vez esa visión, un tanto utópica aún pero posible, nos reconecte con nuestra memoria profunda, con nuestro "criollo dormido" que nos dice desde el fondo de nuestra historia cultural y en palabras de Dávalos, que aquel que actúe como corresponde en su contacto con los otros seres recibirá un premio por su conducta:
"No más en los cerros guardando sus cabras,
las gentes del valle vieron al pastor;
Coquena dispuso que fuese muy rico.
Tal premia a los buenos pastores el dios."
Para los espíritus elevados que consideran a la Justicia como un valor y esperan vivir en un mundo en el que los premios y castigos se materialicen en vida, es un aliciente para perseverar y seguir adelante.

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